Aunque la realidad virtual se creó a finales del siglo XX, no es sino hasta ahora que se han dado las condiciones idóneas suficientes para permitir que los beneficios lleguen a cualquier parte y todo el mundo pueda disfrutar de sus bondades. Estos dispositivos hacen que el usuario se integre de una manera percibida como real con determinados entornos generados por el ordenador.
La tecnología en cuestión recrea un ambiente a partir de imágenes concebidas por un dispositivo informático. Para vivirlo a plenitud se requiere tener un equipo especial, gafas o casco de VR, que mantiene una pantalla muy cerca de los ojos del usuario y se sostiene por correas alrededor de la cabeza. Lo ingenioso es que existe una imagen 3D y las lentes expanden el campo de visión; de tal modo que, la persona se siente inmersa realmente en la escena.
En la actualidad, las empresas las emplean para promociones y presentación de productos, acciones de entretenimiento y otras actividades y si lo desean pueden proceder con un alquiler VR por un cierto período de tiempo, sin necesidad de adquirir los equipos. Dicha tecnología, en constante desarrollo, se utiliza con gran éxito en carreras como la ingeniería, aeronáutica, construcción, etc.
En ocasiones y según los requerimientos de ambiente generado, las gafas se utilizan en conjunto con guantes especiales que incorporan sensores, mandos que permiten controlar los movimientos o cámaras de posicionamiento que favorecen el desplazamiento dentro del escenario o tocar e incluso sujetar los objetos virtuales.
Aparte de la VR donde los escenarios no son reales y se crean completamente por un ordenador, hay una realidad aumentada que combina un entorno existente, percibido a través de una cámara, con elementos virtuales. El elemento más importante en ambos casos quizás, sea la visión estereoscópica que muestra una información un poco distinta a cada ojo con lo que se logra el efecto de visualización tridimensional.
